31 de agosto de 2008

La profesión del alma

Creo que me equivoqué cuando pensé qué quería ser de mayor. No sabía en ese momento lo que era importante. Hoy, si me volvieran a preguntar, sin duda sé cuál sería mi prioridad. Diría que quiero ser un ángel. Me refiero a los que no tienen alas. Sí, ya sé eso de que todos somos ángel y demonio; lo sé y lo creo, pero también sé que no en la misma proporción. Yo quiero ser una de esas personas que tienen imán, que desarman con la sonrisa, que generan amor constantemente y, por tanto, lo atraen. No sé si se nace ángel o si es algo que se puede provocar. Cambiar, mejorar, desde luego que se puede, pero llegar a ese punto si uno no viene así de fábrica, tengo mis muchas dudas. Intentaré al menos acercarme, si mi señor ego me lo permite.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muchas de las cosas que dices ya las consigues, sólo con la mirada. Otra cosa es que te sea sufieciente al no sentirte retroalimentada. Imagino que un ángel da sin esperar recibir y eso me parece humanamente imposible, de ahí la insatisfacción. Por lo demás sigue buscando la perfección, aunque inevitablemente sea perfecta. En un error caer en la desidia de no tener más objetivos que dar el siguiente paso aunque sea así como hay que contruir cualquier cosa. Lo único importante es que los objetivos sean realizables. Si se tiene la suficiente plasticidad no hay problema ;)
J.