28 de octubre de 2008

Antony & The Johnsons



Man is the baby

Yearning for more than a blue day
I enter your new life for me
Burning for the true day
I welcome your new life for me
Forgive me, Let live me
Set my spirit free
Losing, it comes in a cold wave
Of guilt and shame all over me
Child has arrived in the darkness
The hollow triumph of a tree
Forgive me, Let live me
Kiss my falling knee
Forgive me, Let live me
Bless my destiny
Forgive me, Let live me
Set my spirit free
Weakness sown, Overgrown
Man is the baby

(Del album "I am a bird now")

Hay música que tiene el poder de convertirme en una marioneta. Cuando suena no soy más que un montón de hilos que se mueven a su merced. Lo que siento en esos momentos es muy poderoso, tal vez no se pueda explicar con palabras. Supongo que no es más que lo que siente todo el mundo cuando tocan su tecla más íntima. Como soy intrépida y temeraria, aunque no se pueda, voy a intentarlo:

Me envuelves,
cierro los ojos y no existe nada más:
mi baile incesante
entre tus brazos.
Entonces
mi cuerpo lo entiende todo.
Es un viaje
que empieza y acaba en ti,
que duele
como el amor,
no sé por qué.
Araña con igual fuerza que posee.
Magia.
Hunde sus dedos en mí
como si fuera papel,
derrite mi cáscara de piedra
y puedo tocarme,
agarrar la vida a través de tu voz.
Inyección de amor.

No sé por qué

suelo desnudarme
en este cuaderno luminoso.
Por qué necesito desgranarme
deshojarme, derramarme.
No lo sé.
Y no es cómodo.
Sobre todo porque no tengo tiempo
para despojarme
tanto como deseo.
No es cómodo.
Porque ya no sé qué es esto
¿un diario?, ¿un borrador de algo que podría ser mejor?
¿una confesión?
Dejaré de un lado los porqués
de momento
y continuaré
descubriéndome
con la ayuda
de vuestros ojos.

7 de octubre de 2008

Baile sin máscaras

Te desabrocho la armadura
muy despacio
y después
alma con alma
bailamos toda la noche sin tocarnos
la piel.

Tu boca sabe por qué

Hoy está muy de moda eso de conciliar la vida laboral con la familiar; tú darías una buena suma por conciliar sìmplemente tu cerebro con tu corazón. Cómo pueden estar tan cerca y tan lejos. Cómo puedes afirmar algo con una contundencia pasmosa y de pronto sentir otra cosa que no tiene nada que ver. Dónde está tu centro. Quién te gobierna. Piensas que la mente, por supuesto, es la racional, la que sabe, es ahí donde te tienes que apoyar, sin duda. Pero entonces, qué mala pasada es la que intentan jugarte tus emociones, qué ocurre, se te está nublando la vista, ten cuidado, estás empezando a no ver lo que sabes que ves. O a ver lo que no veías. Te dan ganas de cerrar los ojos, ¿verdad? y deslizarte placenteramente por la pendiente como en un juego de niños. Soltar el mando. Tampoco tienes tan claro que sepas qué hacer con él. Sólo quieres reírte y jugar. Olvidar las consecuencias. No calcular los daños. Estás harto de medir. Harto. No te sale nada al derecho, ni midiendo, ni siendo desmedido (suponiendo que alguna vez hayas rozado ese extremo). Entonces qué mas da. Desmelénate, si te dejan, hasta que se acabe la partida. Cuál es el miedo, dónde está. Tócalo. Arrincónalo. Que no aborte cada uno de tus pasos.