12 de julio de 2009

Las bóvedas de los árboles juegan con la luz (nueva aventura fotopoética)








Tanto tiempo...

Dos meses desde la última vez. Uf. Lo urgente no deja tiempo para lo importante, esa frase de Mafalda no puedo dejar de repetirla. Llevo unos días escribiendo posts en mi mente, pero hasta que no den con el chip que lea mi mente y luego pueda pasarlo a un pen y al ordenador, pues hasta entonces, eso es papel mojado o ideas volátiles. Pero como soy osada, hoy sin las ideas estoy escribiendo, porque necesitaba romper el hielo. Os echo de menos, me echo de menos..., no sé. Echo en falta desplegarme en palabras, descoser y volver a coser mis sentimientos. Pintar con las letras los senderos que aparecen de improviso en mi cabeza, que dan sentido a un minuto o que me roban por completo la tranquilidad.

No tengo tiempo, no dedico tiempo, no busco el tiempo..., bueno, el tiempo y yo nunca hemos encajado muy bien. Tiempo, decía, para escribir más y sobre todo mejor, no entradas así, a vuelapluma. Supongo que es cuestión de decisión, claro. En todo caso, es algo que necesito, si no lo puedo hacer mejor, tengo que hacerlo aunque sea peor. Si no es como si me faltara algo. Creo, y el que avisa no es traidor, que os va a llegar una entrega un poquito larga e inusual. Que podría ser parte del diario de cualquiera y me encantaría que fuera así. Ya lo creo. O esconderme en un tú, ella, hasta él. Pero he pensado que total, los cuatro que me leéis me conocéis y con todo mi respeto y devoción para los que me pueden leer de vez en cuando y no me conocen, ellos pueden pensar una cosa u otra pero esos cuatro diríais, anda, mira, se está intentando esconder, y sería como cuando un niño se esconde detrás de una cortina y se cree oculto, cuando desde fuera todos le ven y sonríen bajito mientran niegan, también en voz baja, con la cabeza.