16 de febrero de 2012

El buceo interior o cómo averiguar qué queremos en el fondo

Cómo cuesta ser libre, ¿no? Es quizá la mayor paradoja. La libertad de puertas afuera tenemos muy claro lo que es y luchamos por conseguirla. Pero, ¿y la libertad de piel para dentro, donde las fronteras y las celdas las ponemos nosotros? Bueno, nosotros… o ese otro yo... que se llama igual pero me hace la vida imposible. "Educación, formación", contestó Jose Luis Sampedro a mi pregunta de cómo hacer la Revolución Interior. (Educación, una utopía que me duele.) "Amor", dijo después. Formación y amor para la revolución de nuestras mentes, almas y corazones. Y es que es tannnn urgente. Libertad. Aprender a ser libres. A saber qué queremos. Parece tan fácil que no lo es. 


Libertad hasta para saber cuándo desocupar un corazón. El de uno mismo. Sólo una vida. Y a veces sabiendo quien nos roba el corazón, permanecemos en otro sitio por “deber”. ¿Deber? Libertad, por favor, para poder elegir y saltarnos todas las burocracias emocionales que construimos sin darnos cuenta. ¿Le quiero? ¿Me gusta? Ir. Ir. Sólo una vida. El último día, cuando esa luz al fondo del túnel nos absorba… y veamos como en un sueño un resumen veloz de nuestra breve vida…, nos daremos cuenta de la estupidez. De la malla que teníamos delante de los ojos. Casi más bien era una túnica que nos cubría enteros. Pero entonces será tarde. Pero ahora no lo es. Siento ser tan drástica. Pero es que la vida es drástica. Y los amores de cualquier tipo y color no es sano guardárselos; hay que nacerlos cuanto antes para que endulcen y hagan habitable este caótico mundo. Si no sabemos cómo, busquemos, indaguemos, eduquémonos nosotros como podamos, unámonos... Pero no abandonemos, por favor, no cambiemos LA VIDA por una vidita gris que se quiebra a cada esquina porque no tiene savia que la sostenga.

5 de febrero de 2012

A medias con Las cositas de Acapu

No es la primera vez que colaboramos, los que soléis venir por aquí recordaréis las viñetas sonoras de La revolución interior, en que Ximo Segarra ponía las viñetas y yo la voz. Pues en esta ocasión Ximo pone las ilustraciones y yo el texto. Bueno, el texto estaba ya, era un post de este blog, del 24 de marzo pasado para más señas, y Ximo ha dibujado lo que le inspiraba.

Me ha hecho mucha ilusión esta colaboración porque valoro mucho su trabajo y creo que tiene una sensibilidad muy especial, tanto a la hora de dibujar como a la hora de escribir, además de una chispa que te saca la sonrisa y la risa en cuanto te pasas por su casa virtual o lo que es lo mismo: http://lascositasdeacapu.blogspot.com/  

Además, Ximo Segarra, que suele firmar como Acapu, es una persona muy comprometida: la crítica social y política están muy presentes en sus viñetas. Así que os invito a pasear un poco por su blog, y no dejéis de buscar sus ilustraciones, porque son realmente deliciosas, y merecen estar en los mejores libros con ediciones cuidadas, de esos que da gusto coger y parece que tienes un pequeño tesoro entre las manos cuando pasas sus páginas. Estas joyitas de Ximo son pocas en su blog, pero hay una etiqueta desde la que podéis llegar directamente. Y bueno, ya veréis que él también publicó esta misma entrada el día 30 de enero. Pues nada más, os dejo con ella.


Dice el DRAE:

tonto, ta.

(De or. expr.).

1. adj. Falto o escaso de entendimiento o razón. U. t. c. s.

2. adj. Dicho de un hecho o de un dicho: Propio de un tonto.

3. adj. coloq. Que padece cierta deficiencia mental. U. t. c. s.


listo, ta.

(De or. inc.).

1. adj. Diligente, pronto, expedito.

2. adj. Apercibido, preparado, dispuesto para hacer algo.

3. adj. Sagaz, avisado. U. t. c. s.


Un chico con una discapacidad intelectual evidente, de unos 18 años, anda de un lado para otro en la sala de espera del dentista. Dice en voz alta, bastante alta, como para sí mismo o para el que lo escuche: “Me la van a sacar hoy, me la van a sacar hoy, jo, madre mía, uf”, mientras marca un número de móvil. Entonces alguien debe de responder y empieza a hablar con quien parece ser su madre, increpándola y culpándola de su desgracia.

Mientras tanto, los que estábamos en la sala, escondíamos una sonrisa y sujetábamos la mirada para que no fuera siguiéndolo como si fuera un trovador. Los pensamientos no se veían aunque se podían intuir.

Pasa a la consulta, hablando abiertamente de su miedo y cerciorándose de que es ese el día en que le van a sacar la muela. Cuando sale, ya con un tono más distendido se dirige al mostrador de recepción para pagar y se le oye hablar con las recepcionistas como si se conocieran de toda la vida. Las chicas se reían y se respiraba una alegría y relajación poco habituales en ese mostrador.

Qué curioso, no, que los supuestamente tontos sean los que hablan con todo el mundo y expresan sus emociones estén donde estén aunque no te conozcan.

Luego estamos los listos. Los que vamos en nuestra burbuja, no hablamos con nadie a no ser que haya una buena excusa y mostramos las emociones sólo en sitios protegidos, no vaya a ser...