Unos rayos de sol después de tanta nube pueden ser una auténtica celebración. Salí a caminar, a moverme, a desengrasarme. Eso por si solo suele alegrarme bastante y si llevo la música adecuada mucho más, aunque corro el riesgo de que piensen que estoy un poco fuera de órbita porque me entran unas enormes ganas de bailar y aunque no lo hago algún breve movimiento se escapa y se me instala una sonrisa inmensa. Y pienso que es una buena forma de cultivar la alegría. Hay muchas pero las canciones marchosas de la banda sonora de Cabaret me transmiten una fuerza y una vitalidad que me hacen comprobar cómo realmente nos movemos por emociones. Con ellas siento que podría escalar el Everest.
Cuando decido terminar descansando junto al arrullo de la fuente y el calorcito del sol, me tumbo en un banco de piedra y me encuentro con este regalo que me ha apetecido compartir con vosotros, junto con mi alegría y las ganas de seguirla cultivando. Bóvedas de árboles con nubes, dos de mis pasiones, con un aderezo de farola evocadora. Qué más se puede pedir.
3 comentarios:
No se puede pedir más, vamos, yo no pedirí amas.ç
Preciosas las fotos
Un abrazo
Si, realmente te han quedado muy bien.
Jose
pluvisca, encantada de verte por aquí, como siempre. Me alegro de que te gusten. Besos.
jose, pues también me alegro de que te gusten a ti. Un beso.
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