11 de mayo de 2007

La noche me hace suya,
me empuja a soñar realidades increíbles
envuelta en mi edredón.
(Todo tiene arreglo,
a todo me atrevo
en esos instantes de embriaguez.)

Pero la mañana me escupe a las 8 de la cama
y me obliga a recoger los restos de la fiesta,
los jirones de sueños que,
dice ella,
nunca alcanzaré.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues a mi la noche me duele, me agobia el sueño, las pesadilas se apoderan de mi y me cuesta superar los miedos. El despertador muchas veces es un alivio, aunque siempre quiero quedarme otro ratito en la cama por si puedo vencer a mis pesadillas, o por si esta vez un universo dulce se cuela en mi sueño

Anónimo dijo...
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