22 de marzo de 2007

A veces el demonio,
vestido de ángel,
entra en nuestra casa,
usa nuestras zapatillas
y nuestra sonrisa.

Un buen día
no, un mal día,
desata su infierno
y dispara ínfimos cañones
invisibles dardos
que se cuelan
en todas las habitaciones.
(Una casa en la que habita un ángel
no tiene rejas)

Entonces
cuando el dolor se calme
hay que purificar ese hogar
airearlo
besarlo, si es preciso,
reaprender con él
la mirada de un ángel.

2 comentarios:

Manuela Fernández dijo...

Pues yo vengo por aquí algunas veces, a leerte, y como tú dices, mucha más gente seguro. Así que mira por donde hoy me da por dejarte un mensaje.
Tengo que decirte que el poema que has escrito me ha encantado y te digo por qué no vayas a creer que son halagos gratuitos. Me gusta porque en la poesía es muy fácil dejarse llevar por el buen sonido, por el ritmo y olvidar el contenido y cuando te das cuenta es una poesía que no dice nada. La tuya tiene sentido, tiene armonía, tiene color, y mensaje.
Me gusta.

Reportera de interiores dijo...

Muchas gracias, manly. Una alegría saber que vienes por aquí, y encantada de que te haya gustado el poema y de que además lo argumentes ;).

Bienvenida!!

ana