Ahora que estoy tratando de dejar de ser perfecta... eh..., no... Empiezo de nuevo:
ahora que estoy intentando asumir mi imperfección, me dan tranquilidad, incluso
alegría, las pequeñas imperfecciones de los demás. Es como si alimentaran las
mías diciéndome en voz muy baja: “No pasa nada, Anita, ves, todo el mundo se
equivoca, no tienes que ganar ningún concurso n¡ esperar la nota más alta de
papá. No, todo es más sencillo. Déjanos vivir contigo; tú estarás mucho más
relajada y te reirás mil veces más y nosotras podremos respirar un poco”. Y bueno,
sí, de momento he decidido hacerles un hueco en mi casa.
2 comentarios:
Asi es, cuando soltamos el control un poquito, ya no nos domina y podemos dejarnos fluir...ser más flexibles, rtelajarnos...
besos
¿Y para qué querer ser perfecta en un mundo imperfecto?
Saludos.
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