12 de mayo de 2011

La gran importancia de las pequeñeces

Quién no ha sentido en su propia piel el resultado de pequeños malos actos. En todo, desde una clase hasta un organismo público. Puedes aprobar o suspender, realizar la gestión que alguien te facilita o verte frustrado porque aplica esas lagunas legales y dificulta al máximo tu proceso. Uno puede elegir entre facilitar en lo posible la vida a los demás, incluso endulzarla, o con gesto adusto y mirada indolente poner una piedra en tu camino. Una mala información sobre un proceso de selección puede determinar tu suerte. Para obtener una subvención, una ayuda por discapacidad… La lista es infinita.

No deja de sorprenderme lo importantes que somos. Cada uno. Cada minúsculo ser humano en este gigante engranaje tiene poder. Y eso es lo que, consciente o inconscientemente, utilizan los del lado oscuro. Todos tenemos un mal día, pero hablo de los que actúan así por decreto interno. A mí me asombra. Uno puede poner un granito para favorecer a alguien, aunque sea una aportación diminuta, y elige congelar el aire a su alrededor y demostrar que tiene poder sobre ti, que sabe poner zancadillas y no tiene por qué hacer lo contrario.

Hay un tercer supuesto. El de alguien que está en medio de la persona que podría ayudar y la que requiere algo. Cuando me encuentro ahí, siento que tengo las manos atadas, intento que se incline la balanza hacia la luz con buenas formas, me indigna que por el superpodercito de esta persona ínfima se ponga una zancadilla más. Gritaría, la agitaría, pero mi casa y mi nevera dependen de esto. Estoicamente traslado un mensaje no amable con mi voz más cálida y maldigo al ser no humano.

Poder. Curiosamente, sospecho que esos seres ínfimos de alma, se sienten muy poca cosa y pretenden así inflar su ego. Habría que informarles de que con un paso al otro lado, al de la sonrisa y la mano tendida, engordarían mucho más su pobre personita, crecería inconmensurablemente su ego y todo lo que lo recubre. La luz al poder.

2 comentarios:

Pluvisca dijo...

Ojala la luz subiera al poder, pero de mometo gobiernan las tinieblas, aunque nadie podrá apagar nunca las pequeñas hogueras , aqui y allí del amor.

Un abrazo

Reportera de interiores dijo...

Ojalá! Lo único que podemos hacer es ir creando hogueras.
Besos!