10 de agosto de 2009

“Intento subsistir sin ti. Me he hecho muy independiente, ¿sabes? Sí. (……Sí………………………………)

Pruebo y pruebo y una y otra vez me equivoco. Una y otra vez bebo de fuentes que no son tú. Me engaño, intento convencerme: quizá, tal vez, si yo… No son tú.

Sé hacerlo todo sola. Me basto y me sobro. Sobre todo me sobro. Porque me faltas. Intento jugar a esta vida de adulta que se vale por sí misma. Que no necesita un hombre para vivir. A esta vida de adulta que tiene las uñas afiladas desde que es niña. Para que no le rompan el corazón de papel. O para que no vean que no es perfecta. Y saca sus púas a los pobres que intentan amarla”.

Imposible. No son ellos. No sé en qué momento cogió la costumbre de elegir hombres imposibles de amar para ella. ¿Pobres? Pobre. Quizá para no poder amarlos y no sentir que se desmadeja, que pierde el norte, que se muere si la dejan. No quiere sentir eso. Demasiado dolor. Miedo. Demasiado absurdo el tiempo que lleva jugando a ese juego estúpido. Se especializó en esquivar a los hombres deseados, como si fuera bizca u horrorosa. Entonces, ¿cómo es el juego? Se transforma en Rotenmeier, se despoja de su belleza y se convence de que es imposible amarla. De que es mala. Y lo consigue. Ella, que necesita de siempre doble dosis de abrazos para restar tantos desprecios que le tocaron. Sumar amor para que desaparezca el odio. Pero no se le da muy bien sumar, suele acabar restando. Porque se empeña en poner sus sumas en corazones que a ella la dividen. Para estar a salvo. Quizá. O no. Porque no sabe. Porque no cree que algo tan grande le pueda pasar. Y cree que se tiene que conformar con… Como esas películas que no soportaba ver en que la prota se iba con el chico amable, amistoso, tan bueno, pero no que no despertaba ninguna pasión en ella. Tenía que sujetarse para no saltar a la pantall y decir NO, NO, NO, NO, ¡NO! Qué ciega estaba. O esos otros personajes, fríos por fuera, solos toda su vida por ser incapaces de mostrar su corazón, que bajo esa capa heladora se deshacía de amor. Ciega.


¡…………………………………………………………………………………………………………………………………………!

Hasta que un día se vio.
Eran ella. Esos personajes tan criticados, odiados, compadecidos, llorados.
Siempre es bueno toparse con la realidad, para poder saber qué hacer con ella. Ahora, además de seguir llorando vidas ajenas en las películas ya ha empezado a hacer caso a su brújula; ya no irá más a cualquier lado como una veleta. Al menos lo intentará, más que nada para no inspirar una historia de esas que hacen llorar a la gente que creee que está al otro lado de la pantalla.

1 comentario:

Ana A. dijo...

Guauuuuu ... intenso ....

(voy a intentar dormir un ratín que no son horas ...)

Un placer conocerte!