19 de enero de 2009

Dolor

Qué le dice el dolor a un ser humano asustado: Tócame, mírame, déjame hacer mi recorrido.


Como una patata caliente que nadie quiere tener en sus manos, lo haces volar por los aires, lo escondes, lo saltas... ¿Alguien sabe lo que es, qué aspecto tiene? ¿Tiene dientes afilados? ¿O cara de ogro? En nuestro mundo de supuesto bienestar y enfocado a la imagen, el dolor se pretende curar en los quirófanos cambiando de cara, de tetas, de nariz. En los bares, con los cigarros..., una lista infinita de ayudas al escapismo. Sí, tenemos recursos, de eso no hay duda. Pero, recursos ¿para qué?

Momento clave, repentino, como la vida, injusta y sin preaviso, como la muerte o el susto o la conciencia de que el mañana nadie lo pudo comprar aún. Accidente con buen final, pero lenta recuperación y el temblor de la tierra en nuestros cuerpos, de cuando sonó el teléfono y nos congeló el trabajo, el sueño, el paro; todo lo que no fuera ella, que esté bien, que esté bien, que esté bien. Y con nuestros huesos pesando como nunca nos fuimos comiendo los minutos de ese día a precio de horas y fuimos desmenuzando el dolor en pequeños hilos para que cupiese en cualquier parte del cuerpo, dentro, para que no asomase su cara por nuestros ojos de NO. Esquivamos lágrimas, dibujamos sonrisas de agua salada sin querer, queriendo.

Sí, hay momentos en que no podemos caer. Hay que flotar. Pero pasado ese momento quizá habría que pararse y dejar que el cuerpo recupere esos filamentos que hemos ido guardando en todas partes y se apropie de ellos, los mire de frente y se duela un poco o un mucho, sin recrearse. Llorando o como cada uno sepa, pueda, necesite. Creo que es necesario porque si no, y ocurre muy a menudo, esos pequeños trozos se van filtrando por todas partes con otros nombres, otras caras... Silencios que ahogan, absurdas críticas, discusiones por la compra, la comida, voces ásperas que sujetan rabia que quiere desmandarse; carcelitas para penas, grises como ellas, que oscurecen todo, opacan el aire que respiras.

Tanto miedo..., si después de un buen llanto se ve con más claridad el sol. Se respira mejor. Se abraza mejor. Y se dejan de ver fantasmas en todas partes

"Si uno no se desnuda se transfigura en reto todo lo desnudable..." Tocando fondo, del CD Rodríguez, de Silvio Rodríguez

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Pero nunca dejarse. Basta con dormir. Fluir es una bonita figura poética pero es el peor remedio al infortunio. El yo toi de las viñetas lleva a preguntarse con el tiempo por lo que hemos hecho en nuestros años y es que...¡pasan tan rápido!
Sólo me da vértigo mirar al pasado. Lo demás son retos. Cada vez con menos tiempo.

Reportera de interiores dijo...

Ezte..., creo que no entiendo nada, Jose, pero gracias por dejar tus pensamientos ;-)

Besos

Anónimo dijo...

me gusta como llevas el texto, sobre la base del dolor
puede ser intenso ,justo, ahogante, pero como llevan tus palabras a rescatar que el llanto de algún modo lava...no lo borra pero hace que húmedo lo saquemos afura y no quede oradando...
u saludo

Reportera de interiores dijo...

Ríos..., me alegro de que te guste, sí, la idea es vivirlo y liberarlo para que no nos enferme, en realidad.

Gracias por escribir. Un saludo.

Ana A. dijo...

BESTIAL!!!!
Me gustan tus palabras.
Muchoooooooo.

Reportera de interiores dijo...

mmmm...., qué gusto tus comentarios, me alegro mucho mucho. Fue un momento durillo que me hizo sacar todo eso que tenía dentro.
Un abrazo.