15 de noviembre de 2011

A veces
quieres dar un paso de elefante,
pero un buen día
después de muchos tropezones
te das cuenta de que por alguna extraña razón
no hay otra forma de hacerlo
que dando
20.000 pasos de hormiga.
Entonces
lo mejor es que te remangues el ego
recojas las velas de ese barco triunfal
que quería dar un salto de gigante
y te tomes una buena infusión de paciencia y humildad
para emprender ese largo viaje
de minúsculos pasos.

4 comentarios:

Juglar dijo...

Un poema real y auténtico.
Das sabios consejos ante situaciones, que todos hemos encontrado, en algún momento de la vida y que no siempre hemos sabido afrontar con esa filosofía de pasos minúsculos que proclamas.
Cuando damos pasos pequeñitos, podemos ir valorando el acierto o rectificar si es necesario...
Los saltos de gigante, la mayoría de las veces, sólo traen consigo ¡una fractura de peroné!
Me gusta esta entrada.
Un saludo.

Rocío Díaz Gómez dijo...

¡Claro Ana poco a poco... que al final yo creo que todo llega. Me gusta este poema. Trasmite paciencia. Un abrazo

Pluvisca dijo...

Y tanto que hay que tomárselo asi...además, por experiencia, cuando creo haber dado dos pasos, ocurre algo y me deja claro que solo di uno...

Buena relfelxión

Un abrazo

Reportera de interiores dijo...

Hola, Juglar, gracias por tu visita :). Pues sí, ahí estamos, estudiando la teoría :). Un abrazo.

Rocío, muchas gracias! Un abrazo.

Pluvisca,
Sí, es curioso eso que dices, es cierto. Besossss.