8 de noviembre de 2006

Oración, tráeme suerte

Rezo,
con el alma entrelazada,
a los dioses en los que no creo.

A la luna, al sol, al aire...
¡UNIVERSO.....!

Rezo, en silencio,
con mi cara de martes a las once y cuarto,
como si nada excepcional ocurriera,
pero en realidad es como si empujara hacia dentro
en un intento de unir todas mis células.
Me concentro en el deseo y
lo lanzo al infinito.

Rezo, en voz alta,
en la soledad de mi habitación.
Me sorprendo uniendo las manos,
y siento que así me encuentro conmigo

(entiendo por primera vez ese gesto religioso).
Momento sagrado,
mis labios besan mi deseo según va viendo la luz.
Y entonces imploro,
que los hados se unan y jueguen con mi destino
que muevan una ficha a mi favor.


Rezo,
porque tengo un alma inquieta
que no sabe esperar en calma.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mucho ánimo, mucha suerte, reza, reza, que seguros esta es la definitiva, y si no, no te rindas, no bajes la cabeza, que somos luchadores contra los elementos, contra el destino, contra todo lo malo que se nos pone por delante. Yo también rezo, a veces, sobre todo cuando estoy asustada (como ahora), o triste (como ahora) o cuando tengo que dar fuerzas al pececito que vive conmigo en la pecera (es que hay veces que también se hunde).

Anónimo dijo...

mmmm, curioso este texto en el que no te reconozco. Destiñe una tristeza que si suena, buena para que sigas.