Confundiste la forma con el fondo.
Los dulces rostros de princesas
con el suave tacto de un alma generosa.
Ya, tú no tienes la culpa,
tal como ellos te miraban parecía que eso bastaba.
Sí, la culpa no es tuya…
Pero han pasado ya unos años,
unas décadas…,
y el tacto de tu alma
sigue pareciéndose muchas veces más al cactus
que a la seda.
Ya es hora de aprender
que la belleza no es amor, princesa,
y que lo que tú llamas tu palacio de cristal
no es más que la vistosa cárcel
donde cumples muy dignamente tu condena.
2 comentarios:
Algunos nunca se dan cuenta, o tal vez no quieran darse...hay que hacer un esfuerzo y eso, a segúnquién le da mucha pereza...
Bonita reflexión
Besos
pd no vi tu entrada, se ve que no se actualizo en mi blog
Gracias, Pluvisca. Hay de todo, como tú dices, pero es cierto que el esfuerzo que hay que hacer no es pequeño cuando uno quiere verse de verdad, y si además quiere cambiar no te digo nada, pero creo que merece la pena.
Abrazos :))
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