6 de agosto de 2010

Cómo me gustaría ser una raya de nube cuando me asalta la culpa



La culpa debe de ser algo congénito en mí. Quizá las monjitas que pusieron rejas a mi colegio tejieron en mí su tela de araña y en cuanto hay un pequeño resquicio por el que no llega el insecticida específico para ese tipo de redes, también llamado autoestima, caigo presa. Ya puede ser algo importante y de lo que realmente sea responsable o la cosa más banal. Es como estar vendida. En esos momentos, si tuviera que testificar en un juicio, seguro que lo haría en mi contra. Por eso, cuando la silla de la defensa se queda vacía, me encantaría ser una rayita de esas que veis ahí arriba. Cruzar la ciudad, llegar hasta el monte y allí seguir tumbada en el cielo, sin otra inquietud que ser una pincelada blanca, y pasar, pasar..., dejar que el viento me lleve . Sin más. Hasta una flecha de tráfico se escapó un rato del trabajo para señalar semejante espectáculo.

4 comentarios:

Pluvisca dijo...

La culpa, ¿que habremos hecho las mujeres para merecer esto?

Lo cierto es que cuando te leia pensaba en mi, en que reacciono como tu ( aunque hace un tiempo menos)

Hay que creeer mas en nosotras, y enfrentarnos...la culpa nos estanca y pensamos en huir como esa linea blanca...

no sabes como te entiendo!!!

un abrazo

Reportera de interiores dijo...

Hola, pluvisca!

Sí, no llegué a escribirlo, pero pensé lo de que es algo mucho más de mujeres..., está claro que el antídoto es querernos más y más :-)

Muchos besos
ana

Ana A. dijo...

Ay nena! en un acto puramente egoista (o no) debí desterrar a la culpa de mi lado ... No aporta gran cosa salvo la revisión necesaria de aquello que queremos mejorar ... una vez leído la culpa sobra!

Supongo que las monjas provocaron en mí el efecto contrario jajajajaja.

Mil besos besos

Reportera de interiores dijo...

Pues ¡enhorabuena, Ana, por ese acto maravilloso y sano!

Muchos besinos guapa