3 de febrero de 2008

Una madre iraquí

Tener todavía
la luz de sus ojos
haberme ido yo...
que cesen, dios mío,
esos truenos del infierno.


Empiezo con este poema una serie titulada En la piel de..., con la que me propongo salir un poco de mí para intentar visitar los interiores de otros. Serán poemas breves en que se plasme un deseo, quizá el mayor deseo, de esa persona de la que hable. Os invito a que si tenéis interés en que escriba sobre alguien que se os ocurra, me lo propongáis y yo intentaré meterme en su piel. No serán personas concretas, con nombres y apellidos sino personas con una característica determinada, un oficio, o en un momento determinado de su vida.

1 comentario:

Tania dijo...

Un corazón de madre y un dolor inmenso...

Bonita la idea de esos poemas, Ana. Y me hizo pensar que viviríamos en un mundo mejor si aprendiésemos más a imaginarnos en la piel de los otros.

Besos y feliz domingo.