12 de diciembre de 2007

Analfabetismo emocional

Y ahora de qué me sirven
la geografía, las matemáticas, la historia...
¿Qué hago,
elevo al cubo tu cariño
o divido por mil mi falta de tacto?
O mejor hallo la hipotenusa
de nuestro triángulo: tú, yo y la incertidumbre...

Quiero olvidar los ríos, las preposiciones,
los tiempos verbales,
y saber manejar mis emociones
o al menos que no me manejen ellas a mí.

Quizá, quizá
yo sea muy mala alumna en esa asignatura
puede que hubiera suspendido
incluso repetido curso.
Pero no soy la única
si no, ¿por qué medio mundo toma pastillas para:
no morirse, no matar, poder dormir, estar de pie,
sonreír de vez en cuando?

Y de los que no tomamos pastillas habitualmente
muchos, muchos,
vivimos en un continuo preescolar
haciendo garabatos
que nunca llegan a convertirse
en dibujos
y viviendo un continuo ajetreo interno,
que de niños era bonito
pero después de años de andar deshojando margaritas
a uno se le queda un cuerpo de barco
que ya siente el oleaje aunque esté en tierra.

Ya sé que la vida es una escuela.
Es que si no
todavía estaría deshojando la primera margarita.

3 comentarios:

Tania dijo...

Querida Ana,

Desde este lado del oceáno te envio un abrazo muy fuerte, junto con votos de un hermoso nuevo año.

Que una buena estrella siempre te acompañe.

Com carinho,

Tania

Ximo Segarra "ACAPU" dijo...

Aquí otro que tampoco toma pastillas y que trata de que el oleaje no se lo lleve más lejos todavía. Seguimos aprendiendo.

Me encantó tu poema ana.

Un beso

Reportera de interiores dijo...

Bienvenido a la marea. Entre unos y otros seguro que apoyándonos nos mantenemos a flote al menos. Es la clave, aprender y no cansarse.

Me alegro mucho, uy, cuánto tiempo hace, he tenido que releerlo.

Muáaaaaaaa