6 de septiembre de 2006

Confié en ti.
Me emborraché entre tus labios.
No dudé.
Amé tus ojos
tus arrugas
tus platos rotos.

Te creí
te creí tanto....
Cómo no iba a creerte
con esa forma tuya de descoser mi infierno
como si desanudaras un hilo de seda.

No pregunté.
Bastaban tus manos
dibujando en mi cara caminos infinitos.

Te creí
hasta el mismo instante
en que la verdad te cogió por la espalda
e hizo estallar tus labios.
Destruido,
dueño de otra voluntad,
clavaste tu certeza en mi sonrisa,
y no me pude sostener;
mi ropa fue cayendo hasta tocar el suelo,
y quedó desinflada,
sin mí.
No sé por qué rendija,
por qué agujero del tiempo
escapé.
Pero tú ya tampoco estabas allí
se había roto tu frente
se había vuelto de corcho tu lengua.

2 comentarios:

Luis Vence dijo...

¡Hermoso, intenso, excelente!

Me gusta mucho también la técnica, el uso de la metáfora.

Un beso,
Luis.

Anónimo dijo...

Ana, les estoy enseñando tu poesía a Celia y a Paco. Les he dicho que tendrán regalos y muchas sorpresas si te visitan con regularidad. A ver si se animan. Besos.