28 de agosto de 2012

Nos miramos pero no nos vemos


Cómo nos cuesta muchas veces aceptar al otro como es en lugar de criticarlo o esperar lo que nos gustaría ver…, lo que como un decálogo del amigo, madre, pareja ideal, escribimos en nuestra pizarra mental en un momento lejano en el tiempo, olvidado tal vez, pero al parecer grabado con tiza indeleble en nuestras neuronas.

Nefasta lección que va guiando nuestros pasos y en lugar de un bastón para apoyarnos nos deja unas gafas oscuras que nos impiden ver lo que hay. Si viéramos lo que tenemos delante, sin filtros, la mayoría de las veces sería peor que nuestra imagen de película, pero la ventaja es que sabríamos el suelo que pisamos y eso suele ser útil para saber qué pasos dar. Lo que hay es lo que hay, se suele decir. Sí, pero teniendo eso claro es mucho más fácil y sobre todo posible hacer acuerdos, irse si lo que hay es definitivamente algo que no queremos, aceptar lo menos deslumbrante, las taras de fabricación que todos tenemos y los desperfectos adquiridos con el uso diario. Sabiendo cuáles son nuestros límites reales (y no los del currículum vital con el que solemos vendernos), qué forma tienen, si son afilados o romos, ya podemos también intentar ampliarlos o limarlos, según nuestros gustos y necesidades.

Por supuesto, y como todo, esto empieza en nosotros, que tampoco solemos coincidir con la flamante lista que vemos en nuestra pizarra y a la que intentamos aproximarnos con poco éxito. Y ahora, una vez más, no puedo ni quiero evitar nombrar la educación, la EDUCACIÓN VITAL que necesitamos tanto o más que la académica para conseguir un puesto medianamente feliz en el mercado de la vida. ¿Es un buen momento para pedir a nuestros políticos una educación en condiciones? Silencio sepulcral…

25 de agosto de 2012

¿Qué pieza del puzzle te falta?

Creo que he encontrado una pieza del puzzle. Importante. Muy importante. Me puede ayudar mucho a seguir completándolo. Fundamental a veces seguir intuiciones, escuchar las pistas que van apareciendo. Tan complicado y tan sencillo seguir el hilo de nuestra propia vida...

Muchas veces es un misterio que no nos atrevemos a desvelar y en ocasiones por una razón tan sencilla como que el simple hecho de reconocer que podemos ser un misterio para nosotros mismos ya nos encoge el ego y nos ponemos altivos, simulando una existencia clara y consistente cuando a lo mejor internamente nos sentimos absolutamente perdidos. Pero la vergüenza, el miedo, la vanidad y otros amargaexistencias por el estilo, no nos dejan salir de nuestro castillo.

Qué bonita y necesaria enseñanza sería aprender desde que somos niños que somos vulnerables y que eso nos hace humanos (en el buen sentido de la palabra) y bellos, tremendamente bellos, si no ponemos, claro, veinte capas de maquillaje y cuarenta corazas para que sea imposible detectarlo, pareciendo entonces inhumanos en serie que apenas saben qué hacen en este dolorido mundo, vulnerable también. Por favor, seamos vulnerables, si al final es lo que más nos gusta ver en los otros, lo que nos hace sentirnos cómplices. Lo que nos hace sentir.