28 de marzo de 2011

Ella nunca sonríe...

...ni su marido
ni su hija
ni su perro.

Su marido agacha las orejas,
su hija esconde su vitalidad,
tan bien la guarda que un día la buscará
y no recordará dónde la puso.
Tan bien la olvida
que un día no la buscará.

Ella nunca sonríe
arrastra su bola invisible de presa
y toca con ella todo lo que mira.

Ella nunca sonríe
no sea que entre un rayo de sol por esa leve hendidura
y destruya su universo de hielo.

Ella nunca sonríe
no sabe que existe un reino más blando
más dúctil que su cara,
una puerta de luz
que yo tampoco soy capaz de dibujar para ella,
me toca con su bola
y me convierto en su clon por un rato.

24 de marzo de 2011

Dice el DRAE:

tonto, ta.
(De or. expr.).
1. adj. Falto o escaso de entendimiento o razón. U. t. c. s.
2. adj. Dicho de un hecho o de un dicho: Propio de un tonto.
3. adj. coloq. Que padece cierta deficiencia mental. U. t. c. s.

listo, ta.
(De or. inc.).
1. adj. Diligente, pronto, expedito.
2. adj. Apercibido, preparado, dispuesto para hacer algo.
3. adj. Sagaz, avisado. U. t. c. s.
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Un chico con una discapacidad intelectual evidente, de unos 18 años, anda de un lado para otro en la sala de espera del dentista. Dice en voz alta, bastante alta, como para sí mismo o para el que lo escuche: “Me la van a sacar hoy, me la van a sacar hoy, jo, madre mía, uf”, mientras marca un número de móvil. Entonces alguien debe de responder y empieza a hablar con quien parece ser su madre, increpándola y culpándola de su desgracia.

Mientras tanto, los que estábamos en la sala, escondíamos una sonrisa y sujetábamos la mirada para que no fuera siguiéndolo como si fuera un trovador. Los pensamientos no se veían aunque se podían intuir.

Pasa a la consulta, hablando abiertamente de su miedo y cerciorándose de que es ese el día en que le van a sacar la muela. Cuando sale, ya con un tono más distendido se dirige al mostrador de recepción para pagar y se le oye hablar con las recepcionistas como si se conocieran de toda la vida. Las chicas se reían y se respiraba una alegría y relajación poco habituales en ese mostrador.

Qué curioso, no, que los supuestamente tontos sean los que hablan con todo el mundo y expresan sus emociones estén donde estén aunque no te conozcan.

Luego estamos los listos. Los que vamos en nuestra burbuja, no hablamos con nadie a no ser que haya una buena excusa y mostramos las emociones sólo en sitios protegidos, no vaya a ser...

14 de marzo de 2011

Esto es una historia real

Autobús. Madrid. Seis de la tarde.

Un hombre se dirige con un carrito de bebé a la puertas de atrás. Subo al autobús. Otro hombre se acerca a la puerta delantera y le dice al conductor: "Ha pillado el carrito de un niño", a lo que el conductor le responde: "Yo tengo que hacer mi trabajo". El hombre, con carrito más niño viene de vuelta hacia la puerta delantera, sube al autobús e increpa al conductor, que responde que por ahí no se puede entrar, que cumple con su obligación. El hombre del carrito (sudamericano) le dice, gritando, que no le grite, que le trate como a las personas, y repite, que le trate como a las personas. Entra hacia dentro refunfuñando para rebajar su humillación, con su hijo y su mujer, que acaba de entrar en escena como salida de la nada y plegada hacia dentro, como si quisiera hacer desaparecer su cara.

No pasa un minuto cuando aparece un señor cojo y se queda de pie agarrado a una barra. Otro hombre le ve y le ofrece un asiento en el que está sentada una chica, visiblemente molesto porque nadie se digna a ofrecérselo. El hombre que cojea, le dice que no, gracias y el otro insiste un buen rato, la chica se levanta sintiéndose violenta y no sabiendo dónde meterse, ella no debe conocer el secreto de plegado de la mujer del hombre del carrito. Definitivamente dice que no y el otro considera que ya ha hecho bastante y logra dejar de insistir, dejando a su alrededor un aire de incomodidad que tampoco encuentra asiento.

Ya llevaba un rato el hombre anterior insistiendo cuando entra una chica joven, unos veintipico, hablando por el móvil. Está enfadada, se defiende, parece que al otro lado la están recriminando. "Que no, que yo no te he colgado, que me has colgado tú, que no...". Argumenta un exceso de control, que está harta, pero que ella no ha colgado. Yo no sé quién cuelga, pero durante unos diez minutos sigue la misma conversación, con lo que uno de los dos interlocutores está colgando, evidentemente. Y el aire, apenas recuperado del señor del carrito y aún muy afectado con el otro señor que quería ayudar al hombre cojo, se empieza a cuartear alrededor de la chica que nunca cuelga el teléfono y se propaga por el interior del autobús una nube de pena sin procesar que tiene aspecto de nube de guerra. Es lo que ocurre con las penas en bruto, se convierten muchas veces en gritos y hielo, sin que nos demos cuenta.

Yo, atónita y tomando notas, giro la cabeza de un lado a otro según van apareciendo los personajes. Parece un happening más que una escena real.

Es urgente amar. Urge un bombardeo a discreción de endorfinas, ¿cómo es que los políticos no se dan cuenta? Marihuana, éxtasis, no sé... Cualquier cosa menos esto. No soy demasiado amiga de las drogas, pero esa tarde me dio que pensar. Nos asustamos de lo que se conoce como drogas y la realidad es que hay media población empastillada, otra media si no alcohólica, con altos niveles en sangre. Quizá ya más de media, con labios, tetas, culos y pómulos que no les corresponden. Hasta las niñas compran tetas nuevas que les pagan sus padres como premio a los estudios. Qué paradoja, no serán estudios de filosofía o psicología, ¿no?

Es inaplazable incluir una nueva asignatura en los colegios: cómo ser feliz. Y con la misma importancia que las matemáticas, recuperar cuando se suspenda y no pasar de curso hasta que no se consiga conocer a fondo. Pero mientras tanto, llamadme romántica o cosas peores, pero ya estoy ideando un sistema para que la hierba de la risa o la pastillita del amor, nos llegue a todos casi sin que nos demos cuenta y en pequeñas dosis, que tampoco es cuestión de que nos dé un síncope ni aunque sea a costa de la felicidad.

La primavera visita Colón





4 de marzo de 2011

Elijo vivir

Las muletas
Durante siete años no pude dar un paso. Cuando fuí al médico me preguntó: ¿Por qué llevas muletas? Porque estoy tullido, respondí. No es extraño, me dijo. Prueba a caminar. Son esos trastoslos que te impiden andar. ¡Anda, atrévete, arrástrate a cuatro patas! Riendo como un mostruo, me quitó mis hermosas muletas, las rompió sobre mi espalda sin dejar de reir, y las arrojó al fuego. Ahora estoy curado. Ando. Me curó una carcajada. Tan sólo a veces, cuando veo palos, camino algo peor por unas horas.
Bertolt Brecht






Hoy he soñado que estaba en un bosque en el que nunca amanecía, pero como en cuentos y parábolas, había una forma de alcanzar la luz: imaginarla. Creer en su existencia, actuar como si fuera real, aunque pareciera de noche. Construir un bosque de luz, que viviría dentro de mí hasta que fuera más real que la propia oscuridad; en ese momento, y solo en ese momento, estaría listo para nacer.

Para ello había que ignorar la oscuridad que me rodeaba aunque me llamara con la misma potencia de una manada de lobos aullando en luna llena, intentando convencerme de la inutilidad de mi plan y engatusarme con las maravillas de su naturaleza tenebrosa: "Estarás protegida de los rayos del sol, que pueden incendiar tu piel. Tendrás un sueño más profundo y prolongado. Estarás al abrigo de miradas indiscretas, eligiendo siempre cuándo quieres ser vista; al abrigo de emociones explosivas y peligrosas que sólo crecen con la luz". Al abrigo de la vida.

Envuelta en el manto negro del bosque he empezado a temblar, pero he sabido enseguida cuál era mi decisión, pese a los temblores. No era la más cómoda aparentemente, cambiar de piel nunca fue cómodo, pero sí gratificante. Me he despertado y he escrito esto:

Elijo vivir

en lugar de diseccionar la vida

darle siete mil vueltas y cuando ya estoy mareada

decir vaya vida horrible.

Elijo vivir
en lugar de defenderme, esconderme
de mirarme el ombligo de mil formas sutiles
y hasta admirables (si se pudiera admirar que alguien se mire el ombligo).

Elijo vivir
en lugar de pedir permiso.

Elijo vivir
dejarme llevar por la corriente vital
y terminar con la ardua tarea de correctora de vidas (propias y ajenas).

Elijo vivir
abrazar la incertidumbre, la imperfección
reírme de mis miedos como si fueran una película cómica
y apagar la pantalla cuando ya no me río.

Elijo vivir
darme
no ocultar lo que hay en mí de bello ni mis dones
no son ni tan buenos ni tan malos como para sonrojarme.
No guardar mi amor para mejor ocasión
no hay mejor ocasión que cuando mi corazón me lo pide.

Elijo vivir
arrojar mis muletas al fuego
y amar
con toda la generosidad de que sea capaz.

Elijo construir
construir...
grandes puentes
sonrisas nutritivas
ideas creadoras
planes de futuro (con presente)
pensamientos de colores que traigan días luminosos.

Elijo vivir
como religión
como ilusión.
como primer y último fin.